Cortar cartucho
Allí estaba, mi memoria regreso de repente, un café, mesas, gente, ruido alrededor y muchos recuerdos que iban y de seguro regresaban.
Flaco, blanco, con barba rala y una mirada más allá del lente. Acompañado de su hijo, hace 25 era un niño, ahora un adolecente, grande, muy grande.
Sentí la necesidad de acercarme a saludar, de presentarle a mi hijo.
- Maestro, ¿me recuerda?
- Su hijo contesto que no.
La respuesta me dejo estático por uno segundo. De repente más recuerdos volcaron sobre mi.
La clases de foto en banderilla, en compañía de estudiantes de fotografía, eran varios, solo recuerdo los nombres de Saúl Ramírez, Víctor Álvarez, Oscar Arcos y Luis Ayala.
Las experiencias eran igual de importantes que los conocimientos, el golpe de estado en Chile, los sobrevivientes de los Andes. Creo que allí gracias a él aprendí que la fotografía no está hecha solo de técnica, químicos, equipo y práctica.
- ¿A ver con qué lente fue tomada esta fotografía?, preguntaba el maestro Max, ejercicio qué me costaba mucho trabajo, que me tenía siempre al borde del error, cuando logré dominarlo me sentía feliz.
El amor por la fotografía me había marcado hace muchos años, pero hace más de 20 conocí a un hombre que tras la anécdota, el regaño inteligente estaba siempre el saludo amistoso, con cariño, con ese abrazo del sur del continente, del migrante, del maestro.
Me fui del café en aquella plaza comercial, me despedí del maestro y de Sebastían su hijo.
Al alejarme más, mi hijo me preguntó, ¿quién es?
- un gran fotógrafo, un maestro que me enseñó mucho de fotografía, un día quiero que platiques con él, te contaría muchas historias y si no, yo te las cuento.
Ahora me tocará recontarlas, creo que ese es el legado que a mi me dejo, y ahora más que nunca contaré y recontaré las historias de Max Fund Moscovich, un gran maestro de la fotografía. Cómo aquella donde un militar de la dictadura lo amenazó con cartucho cortado.
Buen viaje amigo y maestro. Luz, mucha luz para usted.