Por: Jesús Olmos
En la película ‘Los Juegos del Hambre’, la protagonista Katniss Everdeen, encarnada por la actriz Jennifer Lawrence, utiliza un pequeño pájaro híbrido llamado Sinsajo, como símbolo de unión ante la opresión del Capitolio para así levantar la lucha por la libertad de los Distritos.
Bajo el supuesto de que muchas veces, la realidad supera a la ficción, en México a lo largo de su historia, ni las grandes movilizaciones sociales como la Independencia, la Reforma o la Revolución han logrado hacer de la unidad una bandera que impere sobre cualquier agenda. Ningún símbolo ha sido capaz de unir a los mexicanos, como el Sinsajo de aquella novela llevada al cine.
Desde la llegada de los españoles, los pueblos Mesoamericanos que habitaban este territorio no estaban unidos, se dividían por regiones, con distintos idiomas, costumbres y dioses, vivían bajo un yugo, en guerra. Luego los españoles tardaron más de un siglo en unirlos y organizarlos para que la independencia desatara al menos dos periodos de constantes enfrentamientos entre dos flancos divididos que desde hace poco más de 30 años han vuelto a emerger, convivir y dividir al país. México nació dividido, creció dividido, ya crecido se multiplicó la división y hoy en día es en extremo diverso.
En este país, dividido por regiones, desarrollo, climas o acento, un enorme sector de la ciudadanía desea el fracaso de cualquier cosa fuera de su agenda anteponiendo intereses personales o filiaciones, antes que los intereses de un proyecto o de la nación. Si bien es cierto, que este descontento (que raya en odio) ha sido impulsado por el comportamiento ominoso de la presentación actual del presidente, su partido e historia, resulta difícil comprender que grandes sectores de la población realmente deseen el fracaso de reformas estructurales, tratados de comercio internacional o que el mandatario en turno haga el ridículo en cualquier visita a un país extranjero. El hambre y sed de justicia a veces raya en la estupidez.
La justicia en tiempos de campañas también está polarizada. Si señalas corrupción de Peña Nieto, el PRI o su gobierno, eres un chairo. Señalas a Moreira, Duartes y otros exgobers señalados, eres un radical. Señalas que el neoliberalismo nos ha hundido, eres un chavista. Señalas la angustiante cantidad de muertos de los dos últimos sexenios, eres idealista sin cabida. Exiges que se castigue a corrupción de Duarte, eres Yunista o de Morena. Exiges que castiguen a corruptos que se acercan a AMLO, eres la mafia del poder. Vas contra el morenovallismo, eres adicto al pasado. Respaldas al morenovallismo, significa te entregaste al poder. No exiges nada, igual eres víctima del todos contra todos, de los planes a corto plazo, el crecimiento mediocre, estancamiento, la frivolidad y la mezquindad.
En el deporte nacional, también un gran sector desea el fracaso de la Selección Nacional de Fútbol si el liderazgo de la misma no está en manos de su entrenador o jugadores preferidos. Actualmente, se distinguen entre los grupos, los que apoyan a Juan Carlos Osorio y los que quisieran correrlo hoy mismo del TRI. También están los que aman u odian al Chicharito, los que piensan que la mejor selección fue la de Hugo Sánchez en 2007, o los que apoyan la de La Volpe en la Confederaciones 2005 o los de Mejía Barón de 1993, y entre ellos arman grupo de tres y discuten. Mejor ni hablar de los defensores de Messi o de Cristiano, aunque eso es tema mundial.
En los medios de comunicación es lo mismo, por un lado, tenemos a los López Dóriga y por el otro a los Aristegui, tenemos a los Loret de Mola y al reverso a los Villamil, El Universal y Proceso, Televisa y las redes, agua y aceite, incapaces de coexistir o construir.
Entre los intelectuales también hay un muro. Están los que respaldan la postura de Octavio Paz o de Enrique Krauze, más identificados con el status quo, mientras que los fanáticos de Carlos Monsiváis o Alfredo Jalife, defienden a ultranza a la llamativa izquierda.
Y hay más, se observa gigantesca división en las causas. Los 43, o es una tragedia o se lo buscaron por revoltosos, en el tema de la violencia hay quienes aseguran que solo se matan entre delincuentes y también hay familias rastreando personas por huesos. El sismo nos unió unos días, después volvimos a la jungla, todos sacaron raja, buscaron enfrentarse y el ambiente se polarizó aún más. Vivimos una carencia absoluta de respeto, empatía o amor al prójimo.
Ante un panorama tal de división y sesgo personal, resulta casi imposible construir una realidad que otorgue justicia y bienestar para la generalidad. Es necesaria la existencia de todas las agendas en la construcción de un país vanguardista.
Que el asistencialismo apoye a los que menos tienen o los que se encuentran en el tramo final de sus vidas, que con créditos se reconstruya el mercado interno y que se eduque a nuevas generaciones para crear multiplicidad de microempresas que ocupen todas las necesidades básicas, que los gobiernos sean de derecha o de izquierda triunfen en sus objetivos, que ambos sean observados por igual, cuestionados por igual, que se eliminen los sesgos en los medios de comunicación para cualquiera de los lados, que entre mexicanos dejemos de llamarnos chairos, zombies, peñabots, prianistas, indios o nacos.
No ha nacido el hombre, no se ha creado el símbolo que logre esa unión sin origen punitivo, espero vivir lo suficiente para verlo.